
El aumento de costes, la presión por mantener los precios y la reducción de surtidos en los supermercados y tiendas independientes supone un reto enorme para gran cantidad de empresas, y fruto de estas circunstancias estamos viendo como un número récord de empresas del sector alimentario están quebrando.
En el último mes hemos conocido un par de casos de primera línea que han acabado mejor de lo que se esperaba: la quiebra de Planet Organic y de Farmison. La cadena de supermercados de productos premium y ecológicos ha pasado a manos de sus fundadores, que la han recomprado. No han comprado todas las tiendas, y quizá tengan que cerrar alguna más, pero por lo menos parece que la continuidad de la marca está asegurada en el corto plazo. La tienda online de carne Farmison, también centrada en servir a un nicho premium del mercado, también fue rescatada de la quiebra por un consorcio de inversores de la región donde está establecido el negocio, liderado por Andy Clarke, el ex CEO de Asda, que quiere renovar el negocio y llevar la marca a los supermercados.
Pero son muchas las empresas de menor tamaño que están quebrando ante estas presiones. De las algo más de 8500 empresas alimentarias que hay en el Reino Unido (según las ONS, 2022) el año pasado entraron en concurso de acreedores 143, 2.5 veces más que en el anterior periodo, que se cerró con 39 casos, según un análisis de la consultora Mazars. Quizá proporcionalmente la cifra no suponga mucho, pero estamos a mitad del camino de la crisis inflacionaria y estos meses se pueden hacer muy largos a las empresas con menos ventas y menores márgenes. Nos quedan unos 8 o 9 meses más de tasas de crecimiento de los precios elevadas, hasta que alcancemos el nivel del 2-3% que el Banco de Inglaterra considera aceptable.
Los factores que están contribuyendo a esto los conocen ya bien:
- Aumento de los costes de los suministros energéticos.
- Problemas de abastecimiento y retrasos en la cadena de suministro.
- Aumento de costes en las materias primas y en otros insumos de la producción primaria y la industria.
- Resistencia de los supermercados a subir los precios
- Baja confianza entre los consumidores, que retraen el gasto, comprando menos cantidad o traspasando el gasto hacia productos y marcas más baratas.
Algunas tensiones se están mitigando, dado que los precios de la energía y de algunas materias primas ya han bajado. Pero por la naturaleza de la cadena alimentaria, va a tardar a notarse esto en los costes y los precios de los productos puestos en las estanterías.
También es positivo que parece que la economía británica ha esquivado la recesión y poco a poco se está llegando a una cierta paz social, reduciéndose el número de huelgas que afronta el gobierno gracias a los acuerdos que está alcanzando con los sindicatos. Aunque el crecimiento va a ser muy tímido este año, por lo menos evitamos el impacto que causa en la confianza de los agentes y de los consumidores estar en recesión. Aunque muchos hogares sigan controlando con celo lo que gastan y lo que compran, según el IGD estas actitudes irán relajándose a lo largo del año. Se espera que el índice de crecimiento de la inflación general a finales de año sea de un 3% (Office for Budget Responsibility) y la alimentaria de un 8% (según el IGD).